Malvinas es algo más que una causa, es el sentimiento en sí mismo de algo que no sólo por historia nos corresponde, sino que lo es por sentido de pertenencia, por corazón, por alma, por amor propio.

Las islas fueron arrebatadas y la memoria colectiva tiene presente que en el año 1982 valientes, estoicos seres sin par, fueron y ofrecieron su propia vida. El número frío dice 649. Pero son muchos más, o somos muchos más.

Allí quedó el sueño de muchas familias, de amigos, de desconocidos hermanos de bandera que fueron a luchar por lo que habían juramentado: la celeste y blanca. Injusta como toda guerra lo es, nos llevó el alma pero también nos hermanó, nos mostró otra realidad.

La demostración cabal es que la lucha por un territorio, por un recurso natural, por la economía, no vale la pena dejando la vida. Debemos luchar desde otros lugares, desde el diálogo, desde la negociación, esa misma que ningún gobernante, desde 1983 a la fecha supo o quiso resolver.

Por eso no nos queda de momento nada más que homenajearlos y respetarlos. Los que quedaron allá, los que murieron acá y los que siguen viviendo con un sentimiento inexplicable e incomparable.

Aunque sea desde la paz, Malvinas, volveremos!!!